En mis días de estudiante solía escuchar que las chicas de la especialidad de Idiomas eran las «sifrinas» del Pedagógico, al igual que se decía de las estudiantes de arquitectura de la UCV.
En una ocasión, fui invitado junto con varios compañeros de clase a una fiesta en la zona de Las Fuentes de El Paraíso, organizada por estudiantes de Idiomas. Esta fue una excelente oportunidad para compartir con las sifrinas y confirmar o negar tal juicio de valor.
A nuestra llegada al lugar de la fiesta, nos pidieron dejar nuestros zapatos en una pequeña sala de entrada, que tenía una hermosa alfombra azul cubriendo toda la pared. El olor a pegamento recién instalado dejaba en evidencia que la alfombra era bastante nueva.
Pasamos mucho tiempo bailando, caminando, comiendo y bebiendo sobre la alfombra. Cuando llegó el momento de irnos, todavía podíamos sentir la esencia sifrina del lugar. Fue entonces cuando en la sala de entrada nos llamó la atención un dispositivo para poner la basura, que bajaba a través de un tubo hasta la planta baja del edificio.
Decidimos lanzar ocho zapatos diferentes de los invitados (excluyendo los nuestros) en el dispositivo de basura. En menos de cinco minutos, tuvimos a ocho invitados saltando de un lado a otro, como en un «juego de pisé», tratando de encontrar su par de zapatos. Dejamos unas instrucciones escritas señalando dónde se encontraban los ocho pares de zapatos.
La moraleja de esta historia es clara: nunca subestimes la inventiva ni la capacidad creativa de las personas que estudian matemáticas.
Joel Aguilar. Profesor de Matemática y Tecnología Audiovisual. Egresado en 1975.