En aquellos tiempos, cuando la Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU), enviaba recursos suficientes, el profesor Alfredo Sáez, para el año 2012, ejercía el cargo de Jefe (E), de la Unidad de Administración, donde todos los funcionarios asistían a desarrollar sus funciones con amor, eficacia y eficiencia; allí, había que ejecutar los recursos financieros enviados y el personal se quedaba hasta altas horas de la noche y sentíamos que tocaban la puerta varías veces, apoderándose de todos, de cada uno de nosotros, el miedo, terror y el pánico. Al asomarnos, no se veía a nadie, por lo que los más antiguos que yo, decían que nos visitaba una monjita que salía en el Edificio Histórico, o eran los profesores que daban clase allí cuando funcionaba el Instituto Pedagógico Nacional. La cuestión es que después, ninguno de nosotros quería salir solo de dicha Unidad, hasta que eran casi las 12 de la noche y nos poníamos de acuerdo para pegar un carrerón juntos hasta llegar a la puerta de hierro, sin pasar llaves. Al día siguiente, todos los trabajadores del día anterior estábamos a las 7:00 am en nuestro lugar de trabajo y muchos comenzaron a decir, para ausentarse temprano en esas largas jornadas de trabajo: “que va, esta noche no me quedo ni loca, ni loco, esa monjita a fregado mucho estos días, por no decir la mala palabra y otros, que había que ofrecerle una misa, pero que no sabían el nombre y que se debía averiguar.
Alfredo Sáez. Egresado del Doctorado de Educación Ambiental en 2023. Profesor de Planta del IPC.